SEXO ANAL EN LA LITERATURA

[postlink]http://web-strap-on.blogspot.com/2008/05/sexo-anal-en-la-literatura.html[/postlink]Además del Marqués de Sade, muchos autores como Bocaccio, Chaucer, PetronioRabelais han descrito este tipo de prácticas en sus obras. Entre los autores del siglo XX que han introducido escenas de sexo anal en sus escritos, se encuentran Guillaume Apollinaire y Pierre Louys.

Algunas citas extraídas de literatura acerca del sexo anal:

La postura más usada para la mujer, en este goce, es acostarse boca abajo, en el borde de la cama, con las nalgas bien separadas, la cabeza lo más bajo posible. El lascivo, tras haber disfrutado un instante con la perspectiva del bello culo que se le ofrece, tras haberlo palmoteado, palpado, a veces incluso latigado, pellizcado y mordido, humedece con su boca el lindo ojete que va a perforar, y prepara la introducción con la punta de su lengua; moja asimismo su aparato con saliva o con pomada y lo presenta suavemente al agujero que va a horadar; con un mano lo lleva, con la otra separa las nalgas de su goce; cuando siente su miembro penetrar, es preciso que empuje con ardor, teniendo mucho cuidado de no perder terreno; a veces la mujer sufre entonces, si es nueva y joven; pero sin miramento alguno para con los dolores que pronto van a convertirse en placeres, el jodedor debe empujar con vivacidad su polla gradualmente, hasta que por fin haya alcanzado la meta, es decir, hasta que el pelo de su aparato frote exactamente los bordes del ano del objeto al que encula. Que prosiga entonces su camino con rapidez: todas la espinas están ya cogidas; sólo quedan las rosas. Para acabar de metamorfosear en placer los restos de dolor que su objeto aún experimenta, si es un joven muchacho que le coja la polla y se la menee; que acaricie el clítoris si es una muchacha; las titilaciones del placer que provoca cuando encoge prodigiosamente el ano de la paciente, redoblaran los placeres del agente que, colmado de gusto y de volupyousidad, disparará pronto al fondo del culo de su goce un esperma tan abundante como espeso, que habrán provocado tan lúbricos detalles.

Filosofía del tocador, Marqués de Sade

Guillaume Apollinaire, en su obra Las once mil vergas:

Las manos de la chica no se quedaron inactivas: habían agarrado la verga del príncipe y lo hablan dirigido por el estrecho sendero de Sodoma. Alexina se inclinaba de manera que su culo destacara mejor y facilitara la entrada del cipote de Mony.

Giovanni Boccaccio:

Dicho lo cual, la llevó a uno de los dos lechos y le enseñó qué postura debía adoptar para aprisionar a aquel maldito diablo. La joven Alibech, que nunca había metido el diablo en el infierno, experimentó un gran dolor ante las acometidas de aquel, por lo cual dijo: “En verdad, muy malo y un tremendo enemigo de Dios debe de ser este diablo, pues hasta en el momento en que se le mete en el infierno causa mal.

Allen Ginsberg:

Dulce chico, dame el culo.
¿Nunca te has acostado con un hombre?